Estos Santos sufrieron el martirio durante el reinado de Decio (249-251).
Pablo y Andrés eran soldados de Mesopotamia llevados con su gobernador a Atenas, donde los pusieron a cargo de dos cautivos cristianos, Dionisio y Cristina. Los soldados, viendo la belleza de la virgen Cristina, intentaron inducirla a pecar con ellos, pero ella se negó y, gracias a sus admoniciones, los llevó a la fe en Cristo. Los dos, junto con Dionisio, fueron apedreados hasta la muerte, y Cristina decapitada.
Heraclio, Paulino y Benedimo eran atenienses y predicadores del Evangelio que apartaron a muchos paganos de sus errores y los llevaron a la luz de Cristo. Conducidos ante el gobernador, confesaron su Fe y, después de muchos tormentos, fueron decapitados.