Santa Golinduc era persa y vivió durante el reinado de Cosroes II, Rey de Persia (590-628), y de Mauricio, Emperador de la Nueva Roma (582-602).
Movida por una revelación divina a hacerse cristiana, fue denunciada a Cosroes por su propio marido y encerrada en una mazmorra llamada ‘Olvido’ durante dieciocho años, soportando todos los intentos de hacerla renegar de Cristo y siendo preservada por la gracia de Dios.
Liberada mediante la visitación de un ángel, se marchó a Jerusalén y luego a Constantinopla, donde reposó en paz.
En el Bautismo recibió el nombre de María.