San Claudio murió cuando sus brazos y piernas le fueron arrancados; San Diodoro fue quemado vivo; los Santos Víctor, Victorino y Nicéforo fueron aplastados hasta morir con una roca de gran tamaño; San Serapión fue quemado vivo; San Papías fue arrojado al mar.
Según algunos relatos, todos ellos contendieron en Corinto durante el reinado de Decio, en el año 251; según otros, en Dióspolis de Egipto durante el reinado de Numeriano en el año 284.