Estos Santos eran de Asia (o sea, Asia Menor).
Tras la muerte de su pare, su madre Teodora, buena cristiana, los educó en la piedad y en toda virtud, y los instruyó en todas las ciencias, sobre todo en la medicina. Esta se convirtió en su vocación, y anduvieron sanando toda enfermedad, impartiendo gratuitamente la curación tanto a hombres como a animales, motivo por el que son llamados «anárgiros».
Habiendo completado el curso de su vida terrestre, reposaron en paz.